jueves, 20 de mayo de 2010

La vida del perro


Salía el sol al mediodía después de una mañana de otoño lluviosa. Sólo le bastó ubicarse cómodamente donde se colaban los rayos más tibios de ese sol y entregarse a la siesta. Mientras caminaba al trabajo y a la sombra de una sana envidia no pude evitar preguntarme cuál era la parte negativa de la vida del perro. 






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