Observaba el tránsito por la ventana como si todo lo que pasaba después del vidrio fuese algo lejano, distante. Los ojos redondos y negros, de mirada cansina, como de perro; las manos cruzadas sobre el pantalón azul de trabajo, parecía un hombre tranquilo.
El micro arrancó bruscamente después del semáforo y el hombre se sacudió en un sobresalto, como si despertara de un sueño, se inclinó hacia adelante para ver el cartel que indicaba las calles y se paró bruscamente. Sonó el timbre y se perdió entre la gente sobre la avenida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario